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Caballos que sanan: la equinoterapia, una alternativa para curar

July 01, 2017


Muchos pueblos de la antigüedad entendieron que el caballo era más que un animal a su servicio para la guerra, el transporte y el trabajo. Sin embargo, su función terapéutica nunca había sido estudiada hasta mediados del siglo XX, cuando se empezó a utilizarlos para la rehabilitación de enfermedades que involucraban discapacidad física y psíquica.

María de los Ángeles Kalbermatter empezó a realizar la actividad, sólo se la conocía en Europa y Estados Unidos, sin mucha aceptación. Debido a la amputación de su pierna, a los 27 años, ella eligió rehabilitarse a través de la equitación, algo que no tenía precedente.

A lo largo de los años, no sólo pudo demostrar que se podía hacer, sino también que empezó a llevar a niños con diferentes patologías para que practicaran y experimentaran lo mismo que ella.

"Los únicos que creían en esto eran aquellos que amaban los caballos. Hoy, 38 años después de haber fundado la primera escuela de equinoterapia en América latina, me siento orgullosa. A la escuela se han acercado todo tipo de pacientes: con trastornos graves en su gran mayoría, pero en los últimos años también se han sumado pacientes que habían sufrido ACV, depresión, estrés; alumnos que al contactarse con el caballo descubren el poder sanador de este animal maravilloso", cuenta.

Hoy  los centros que practican la equinoterapia, modalidad terapéutica que se aplica en enfermedades ligadas a trastornos motores y neurológicos graves, y que ha tenido excelentes resultados con el autismo. Se trata en general de asociaciones sin fines de lucro y fundaciones que se financian con sponsors, o a través de aportes gubernamentales.

 


La equinoterapia se fundamenta en tres principios básicos: 

  • La transmisión del calor corporal del caballo al paciente
  • La transmisión de impulsos rítmicos del caballo
  • Y su patrón de locomoción equivalente al de la marcha humana. 

"El caballo es un ser sanador a través de su lenguaje corporal y emocional; y sirve de espejo al alma humana", explica Julieta Malleville, directora de la Escuela de Equinoterapia La Paloma.

Los caballos con los que se trabaja en equinoterapia generalmente son de raza criolla o mestizos, no superan los 1,60 m de altura, y tienen entre 8 y 15 años. Deben ser domados en forma natural, sin sometimiento, lo cual da una total seguridad para trabajar y confiar en ellos. No deben ser asustadizos y deben estar familiarizados con todo el material didáctico que se utiliza en pista: aros, pelotas, bastones, burbujeros, música, maracas, peluches.

En los últimos 15 años la equinoterapia ha evolucionado y se la ha puesto en práctica con enfermedades como el estrés, la depresión, las fobias, las adicciones, los trastornos obsesivo-compulsivos y los desórdenes alimentarios. Y se puede complementar con medicamentos y terapias tradicionales.

Tal es el caso de Viviana Espejo, que sufre un trastorno de bipolaridad. Cuando empezó a llevar a su hija al centro hípico, se dio cuenta de que el contacto con los caballos la hacía sentirse mucho mejor. “Cuando llega el momento de montar un animal, de manejar las riendas, de controlar su movimiento, mi mente se enfoca en esas actividades y no pienso en otra cosa. Todo mi pensamiento está ahí, en manejar al caballo y disfrutar mi relación con él. Son seres muy nobles, jamás harán daño", dice.

Las actividades en la equinoterapia se realizan de la siguiente manera:

El equinoterapeuta hace las actividades desde abajo (a pie)  , y el paciente arriba del caballo. En algunas ocaciones se necesita "Monta Gemela" (cuando el terapeuta se sube con el niño y le va ayudando desde arriba a hacer los ejercicios) que generalmente se usa para personas que no pueden mantener la postura y no pueden hacer los ejercicios por si solos. No se necesita tener experiencia previa de equitación, pues la relación con el animal se basa en distintas actividades propuestas por el equinoterapeuta, de acuerdo a la afección de la persona. Las sesiones duran entre 30 y 45 minutos, y lo ideal es que sean semanales.

"La equinoterapia ayuda a dominar los miedos y a conectarse con el medio. El movimiento del caballo hace reconciliar a la persona con su cuerpo, la hace sentirse bien. Existen casos de personas con depresión y con desórdenes alimentarios en las que se notaba una mejoría muy pronto. La dificultad para avanzar con esta terapia complementaria es que, muchas veces, las familias recurren a este tratamiento como última instancia. La asistencia regular y constante en el tiempo es fundamental en este tipo de actividades y si los pacientes no tienen el apoyo necesario, abandonan enseguida".

Fuente: http://www.elheraldo.hn/